Como muchos recordarán, ChromeOS Flex nació como parte de un esfuerzo de Google para darle una segunda vida a tu viejo ordenador. Sin importar que este fuera un Mac o un antiquísimo PC con Windows. La intención de los de Mountain View era demostrar que prácticamente cualquier equipo podría correr su software basado en ChromeOS, el SO de los Chromebook, sin importar lo limitado de su hardware.
Si bien el proyecto generó mucho ruido cuando se lo anunció en 2022, se mantuvo desde entonces con un perfil bastante bajo. Es por ello que, cuando Google comenzó a recomendar ChromeOS Flex como un sustituto viable a Windows 10, decidí hacer la prueba por mí mismo. Sin adelantar demasiado, debo decir que el resultado final me ha dejado muy sorprendido.
Instalando ChromeOS Flex en un viejo PC con Windows 10
Para que esta prueba fuera lo más fidedigna posible, requería de un equipo viejo. Pero verdaderamente viejo. Y afortunadamente tenía justo lo que necesitaba. Un familiar me prestó un ordenador de escritorio que, comparado con cualquier hardware moderno, bien se podría calificar como “prehistórico”.
Hablamos de un PC con un procesador Intel Core i3-2100, 4 GB de memoria RAM y disco duro de 500 GB. Una combinación perfecta para comprobar si ChromeOS Flex tenía lo necesario para ejecutarse de forma fácil y sin complicaciones, para así extenderle la vida útil a tan añejo aparato.
El proceso de instalación de ChromeOS Flex no ha cambiado nada en los últimos años. Para obtener el sistema operativo, instalé la extensión “Utilidad de recuperación de Chromebook” en Google Chrome y seguí los sencillos pasos. Al elegir el Chromebook a recuperar solo tuve que seleccionar ChromeOS Flex, y la herramienta se encargó de crear una unidad de booteo utilizando un pendrive.
Una vez completado este paso, encendí el PC y lo inicié desde la memoria USB. La pantalla de instalación del sistema operativo apareció rápidamente y solamente tuve que configurar un par de parámetros (idioma y teclado) antes de avanzar. Vale decir que el proceso requiere que estemos sí o sí conectados a internet, ya sea vía WiFi o a través de un cable de red.
Según el instalador de ChromeOS Flex, el proceso podía demorar hasta 20 minutos. Sin embargo, en mi caso no duró más que dos. Todo transcurrió sin inconvenientes y el PC se apagó cuando todo finalizó. Cuando quité el pendrive y lo encendí de nuevo, ya estaba en condiciones de usar el software de Google.
Si bien ChromeOS Flex permite que se lo use como invitado, las funciones son muy limitadas. Lo mejor es iniciar sesión con tu cuenta de Google, o crear una nueva directamente desde la pantalla de configuración. Cualquiera que sea la opción que elijas, en cuestión de minutos todo está listo para su utilización.
Conociendo (y usando) el software de Google
Si bien el breve proceso de instalación me sorprendió gratamente, disfruté todavía más la rapidez y respuesta de ChromeOS Flex. El escritorio es idéntico al de ChromeOS, de modo que presenta una estética minimalista; pero a la vez absorbe elementos varios que ya hemos visto en otros sistemas operativos.
En la parte inferior tenemos la barra de tareas que aglutina los íconos más importantes del sistema, en un estilo similar al del dock de macOS o la taskbar de Windows 11. En la esquina inferior derecha tenemos el reloj y el calendario, más las notificaciones y los controles de conectividad, brillo y volumen. Mientras que en la esquina inferior izquierda aparece una suerte de menú Inicio con todas las apps preinstaladas.
Por supuesto que, al estar basado en Google Chrome, ChromeOS Flex saca provecho de las aplicaciones web. Este es el punto crucial para que todo se ejecute rápido y casi sin tiempos de espera. Puedes tener abiertos Gmail, Calendar, YouTube, Meet, Drive, Docs, o lo que te imagines, y el ordenador ni siquiera siente la “carga”.
Y con esto dejamos en claro cuál es el punto fuerte de esta propuesta: la vida en la web. Si usamos el PC únicamente para revisar correos, leer noticias, ver vídeos o realizar cualquier otro tipo de actividad que esté basada en un navegador web, ChromeOS Flex tiene todo lo que necesitamos y más. Si lo que queremos es darle al equipo un uso más intensivo o “profesional” —a falta de una mejor definición—, encontramos muy rápidamente las falencias del software de Google y del hardware en el que se está ejecutando.
Una de las grandes contras de ChromeOS Flex en comparación con ChromeOS es que no permite la instalación de apps de Android a través de la Play Store. Mucho menos ejecutar Windows a través de una máquina virtual con Parallels Desktop. Y si las especificaciones del ordenador son muy limitadas, tampoco podemos aprovechar las versiones en línea de aplicaciones exigentes como Photoshop e Illustrator.
ChromeOS Flex: qué me ha gustado y qué no
El apartado estético de ChromeOS Flex es fabuloso. El sistema operativo es bonito y estable, con muchas opciones de personalización. Además, su uso es increíblemente sencillo, puesto que tenemos todo a muy pocos clics de distancia. La gestión de ventanas, que permite ordenarlas rápidamente según distintos parámetros preestablecidos, solo requiere mantener el cursor del ratón sobre el botón de maximizar por algunos segundos. Tal y como en Windows 11.
El menú Inicio de ChromeOS Flex, conocido formalmente como “Selector”, también incluye características simples y muy útiles. Por ejemplo, podemos realizar búsquedas en la web directamente desde allí. O activar el Asistente de Google para tenerlo siempre a mano, pudiendo incluso invocarlo con la voz a través del histórico comando “Hey, Google”.
La integración con otros productos de Google también es un punto fuerte. Esto permite gestionar dispositivos en otras habitaciones (un Chromecast, por ejemplo) directamente desde la barra de tareas; o sincronizar historiales, favoritos, contraseñas, temas y demás, directamente desde Chrome.
A esto hay que sumarle el excelente menú para configurar los atajos de teclado, que son muchísimos, y la posibilidad de crear múltiples escritorios y pasar fácilmente de uno a otro para gestionar distintas áreas de trabajo. Aunque tal vez lo más importante sea el apartado de seguridad y privacidad.
ChromeOS Flex incorpora opciones muy efectivas y que se agradecen. Por ejemplo, el cifrado de los nombres de los sitios que visitas. Esto, sumado a la protección mejorada de Chrome y a las constantes actualizaciones que recibe el sistema operativo, lo convierten en una alternativa excelente para quienes solo deben enfocarse en lo que sucede en la web.
Si bien ya lo mencioné anteriormente, lo que menos me ha gustado de este sistema operativo es la falta de soporte para las apps de Android. Esta es una de las ausencias más notorias en comparación con ChromeOS, y tiene su lógica. Después de todo, ejecutar apps para móviles desde el ordenador es uno de los grandes atractivos de los Chromebook.
Aun así, se nota que la experiencia de uso de ChromeOS Flex podría ser todavía mejor si se ofreciera esa posibilidad. En especial, cuando quedamos limitados a las extensiones para Chrome disponibles en la Chrome Web Store, que, pese a su variedad, se terminan quedando cortas.
En cuando a hardware, no tuve mayores inconvenientes. Al probar el software en un ordenador de escritorio, me he visto obligado a usarlo conectado a Internet a través de un cable de red. Intenté utilizar un dongle USB para añadir conexión WiFi, pero el equipo no lo reconoció. Por lo demás, sin problemas. El solo hecho de no tener que lidiar con drivers ha sido para agradecer.
¿El reemplazo de Windows 10?
Como está quedando en claro, ChromeOS Flex me ha sorprendido para bien. Es estable y, más allá de lo limitada de su experiencia en comparación con un Chromebook real —o cualquier otro ordenador—, cumple con lo que promete. Es útil. Funciona. Tiene calculadora, un bloc de notas y hasta una herramienta de dibujo. Cualquier necesidad básica la cubre sin problemas, y eso está fuera de discusión. Pero pese a sus virtudes, da la impresión de que no está en posición de convertirse en reemplazo directo de Windows 10. Y tal vez nunca lo esté.
Windows 10 todavía acapara a más del 67 % de los usuarios de ordenadores con software de Microsoft. Puede que muchos de ellos no se hayan pasado a Windows 11 porque su hardware no cumple con los requisitos, pero también existe un gran grupo que ha decidido mantenerse en este sistema operativo porque es confiable. Todas las herramientas que necesitan están allí, y si dependen de mucho más que de un navegador web, ChromeOS Flex no es una opción a considerar.
Dicho esto, creo que el ordenador desde el que estoy escribiendo estas líneas podría ser ideal para mis padres, que nunca han tenido un acercamiento demasiado fuerte a la informática. O incluso para mi hija, que aún no ha comenzado la escuela primaria. Pero en ámbitos alejados del hogar o la educación, su adopción como alternativa a Windows 10 se ve mucho más difícil. Es más, me animo a decir que puede resultar más atractivo para alguien que proviene de una distro basada en Linux, gracias a su Terminal y al soporte para instalar entornos de desarrollo integrados, antes que para alguien que llega desde una plataforma de Microsoft.
Si Google quiere seducir a otros públicos —los profesionales, por ejemplo—, es improbable que lo logre con ChromeOS Flex. Puede que para ello tenga una mejor oportunidad con los Chromebook Plus que se anunciaron el año pasado. Por lo demás, este software trae el gran mérito de poder mantener activos (y en uso) a muchos equipos que, de otra manera, ya se hubieran convertido en basura electrónica. Eso es para valorar, sin dudas, pero no sé si en verdad alcanza para captar la atención de un público masivo.
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